martes, 29 de enero de 2013

La autopsia del este

El Universal, 4 de diciembre de 2012

Cierto amigo, agregado cultural de México en Caracas en los años 90, se refería a la Autopista del Este como la Autopsia del Este: "Pasas tanto tiempo en ella que es probable que te mueras allí, y que hasta tengan oportunidad de hacerte la autopsia", decía.

La ocurrente observación de mi amigo, un personaje inteligente y afable, que además profesaba un gran cariño a la ciudad que disfrutaba y padecía al mismo tiempo, ha vuelto a mi memoria quince años después al leer un post escrito en Facebook por la brillantísima Giulia Carbone: "A todas mis amigas q viven del otro lado de la ciudad: están cordialmente invitadas a almorzar y cenar de este lado... q ayer me tuve q calar otra vez 2 horas de cola de proporciones bíblicas para volver a casa! Inenarrable la negligencia (the neglect) con el sistema vial.....¿cómo es posible q no hayan hecho un nuevo distribuidor, ni siquiera una nueva entrada a la autopista del Este...? 1 hora respirando monóxido de carbono en la Francisco de Miranda..."  Giulia vive en Holanda desde hace años y no está acostumbrada a esto.

Para mi sorpresa, otra amiga común, de las primeras en responder el post, señalaba: "Tómatelo con sodita!....".

Me maravilla la ecuanimidad y resignación con que los caraqueños sobrellevan el problema de las colas. Si, según la OMS, la calidad de vida involucra aspectos tales como la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales y su relación con los elementos esenciales de su entorno, no es posible soslayar la necesidad de contar con una alternativa de transporte fluida, que garantice una mayor disponibilidad de tiempo para el ocio, el disfrute, el compartir en familia; que incremente la eficiencia de nuestro desempeño en otras áreas de nuestra vida al sentirnos más relajados y en mejores condiciones; que redunde en un impacto ecológico positivo, al disminuir los niveles de contaminación; que se traduzca en una disminución de gastos tanto en combustible como en aparcamiento...

Hoy por hoy es imposible prever con cuánto tiempo de anticipación hay que salir para llegar a tiempo a un determinado lugar tras superar la cola, eso si se consigue un sitio donde estacionar, claro, con el consiguiente desembolso monetario.

Las soluciones asociadas a la vialidad resultan complejas y costosas, a pesar de ser más duraderas si se garantiza un adecuado mantenimiento. Sin embargo, no resuelven el problema a corto plazo, ni para todos los sectores de la población.

Uno de los objetivos debería ser el disminuir el número de vehículos que circulan. Es, lo que en su día, buscaba el llamado "día de parada". Esta solución quizá no era la indicada: la imposición externa de prescindir del vehículo un día a la semana no resultaba convincente, porque no existía una alternativa de transporte adecuada. Pero ¿qué sucedería si las personas percibieran el poder evitar conducir como un alivio? El tiempo de conducción podría emplearse en otras cosas.

Hay que insistir en lo impostergable de adecuar, por ejemplo, nuestra red de metro a las necesidades reales de las personas. Se ha demostrado que el servicio es insuficiente, sobre todo en horas pico. Hace pocos días, además, Alberto Vivas, Vicepresidente de la AC Familia Metro de Caracas, señalaba la proximidad de un colapso, debido en parte a que no se están sustituyendo los equipos viejos por otros nuevos. No basta con las importantes inversiones realizadas, por ejemplo, en los vagones de auscultación, que permiten detectar cualquier fisura o grieta en su etapa inicial para proceder a su reparación de inmediato. Hay que aumentar el número de unidades y remplazar algunas otras.

Resulta impostergable la puesta en marcha de un sistema de transporte público eficiente, accesible y seguro. Al fin y al cabo, casi todo lo que hacemos pasa por desplazarnos de uno a otro sitio de la ciudad, continuamente. Y para que no haga falta recurrir a la soda.

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