viernes, 1 de junio de 2012

Maylee Christie: aprender en el zoo

(El Universal, Caracas, 29 de mayo, 2012)


Un magnífico mosaico de Maylee Christie, desvelado el pasado martes 22 de mayo, ilustra cómo cualquier evento puede transformarse en ocasión de educar. La obra, un estupendo mural de doce metros , fue realizada con motivo de la celebración de los cuarenta años del antiguo Parque Marwell, hoy Marwell Wildlife, en Owslebury, Inglaterra, en donde está emplazado.


En la ejecución de esta obra concurren  tres  factores que determinan su importancia: la colectividad, el propio Marwell, y la experiencia de Maylee Christie.

Poseedora de una técnica depurada a través de muchos  años de formación,  Maylee reportó al mosaico cuarenta imágenes seleccionadas en un concurso en  el que participaban más de doscientas ilustraciones provenientes de todo el mundo. La artista, que ya había adelantado otras experiencias colectivas, como el mosaico realizado en el Royal Victoria Country Park  a partir de dibujos  elaborados por niños discapacitados, condujo el proceso mediante el cual se transcribió con teselas  la visión que los pequeños visitantes tienen de los animales alojados en Marwell Wildlife.

Diversos aspectos merecen atención en esta experiencia.  En primer lugar, resulta interesante la participación  de diferentes sectores de la comunidad  en una obra que va a ser disfrutada por todos, lo que valoriza la importancia del apoyo individual para el logro de una meta comunitaria. Cabe exaltar aquí el rol que ha jugado la institución como ente que promueve y alberga esta iniciativa.

En segundo lugar, como en todo acto de educación artística,  puede agradecerse el hecho de que se estimulen en los niños diversas capacidades. La observación de cada animal  para  reportar luego al dibujo lo que le es más propio y  lo identifica;  la expresión de  rasgos que reflejan percepciones más personales del individuo, como el sobredimensionamiento de los ojos de la jirafa o el calzado del oso hormiguero, así  como  la selección de los colores empleados,  se conjugan en  una experiencia estética que  redunda tanto en el disfrute como en desarrollo de los procesos cognitivos de los participantes.

Por otra parte,  colaborar con una artista de la talla de Maylee Christie, formada en los más importantes talleres mosaístas del mundo, permite explorar  de la mano de esta  experta  las técnicas y los procesos involucrados en la producción de un mosaico,  al tiempo que se agilizan las habilidades psicomotrices necesarias para  realizarlo.

La obra es, en sí misma, un estímulo para todos aquellos espectadores que tendrán el placer de disfrutarla, aunque no hayan participado en su ejecución.  Pero, más aún, su  realización ejemplifica de la manera más concreta la noción de sociedad educativa.

Por contraste con el concepto tradicional de educación, asociado básicamente a la “enseñanza”, esto es, al Sistema Educativo y a la educación formal,  que continúa centrado en el núcleo profesor- escuela- alumno, es preciso reconocer el profundo valor educativo que encierran  muchas experiencias que tienen lugar fuera del ámbito académico.

El hombre aprende en cualquier momento y en toda circunstancia. En este sentido, se hace preciso gestionar relaciones entre los diversos sectores de la comunidad a fin de crear lo que Naciones Unidas denomina experiencias significativas: acciones que tengan un impacto demostrable y tangible en la calidad de vida de las personas.

Lo educativo rebasa definitivamente lo instructivo, y no hay  aprendizaje más eficaz que aquel que tiene lugar cuando se experimenta un fenómeno en primera persona: es el aprender haciendo. Iniciativas como la de Marwell Wildlife  logran generar espacios para aprender en grupo, para aprender a través de la acción y para aprender divirtiéndose, estimulando una participación gracias a la cual el conocimiento, sencillamente, se vive. 


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