Hyon Yong-chol |
Ignoro cuáles son los argumentos que podrían avalar una orden de esta naturaleza -el gobierno norcoreano guarda silencio- pero presumo que lo que se persigue es dar un escarmiento ejemplar que sirva de advertencia a quienes quisieran disentir de los pareceres del líder.
En lo personal, me horroriza que pueda disponerse de una vida humana con tanta ligereza. Pero estoy consciente de que hay muchos que consideran que la mejor opción para mantener el orden -y el poder, claro- es exterminar el más pequeño brote de discrepancia, irreverencia u oposición que pudiera surgir. Lo llaman “represión”, creo.
Hace algunos meses llegó a mi correo electrónico un texto que los recientes sucesos han traído a mi memoria. En el mismo, alguien disertaba acerca de la forma tajante en que los nuevos líderes de Singapur habían puesto límites a quienes quebrantaban la ley, haciéndolo además con el beneplácito de los ciudadanos, quienes los habrían reelecto en un proceso democrático.
Ojo: traigo este mensaje a colación no porque me conste que efectivamente las cosas sucedieron tal y como las describe el autor del texto, sino para demostrar qué hay personas que consideran apropiado llegar a ciertos extremos. El mensaje celebraba, por ejemplo, que todos los hombres públicos corruptos (políticos, policías, jueces, magistrados, etc.) hubieran sido fu-si-la-dos, al igual que aquellos empresarios deshonestos (nótese el énfasis).
Laureano Vallenilla Lanz |
Yo, por mi parte, prefiero recordar a otro venezolano; a uno de mis favoritos; a uno que, en sociedad con Juan Dámaso Aguayo, abrió una tienda en el santiagueño barrio chileno de La Riconada, en cuya fachada podía leerese: “Luces y Virtudes Americanas. Esto es, velas de sebo, paciencia, jabón, resignación, cola fuerte, amor al trabajo”. Una fórmula contundente próxima al axioma pitagórico que rezaba: “Educad al niño y no será necesario castigar al hombre”.
Simón Rodríguez |
Una vez más la educación emerge como respuesta a las necesidades que impone vivir en sociedad y como alternativa a métodos punitivos ciertamente cuestionables.
linda.dambrosiom@gmail.com
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