Evlin Pérez Yebaile, por Sabrina Gelman |
Y de eso se trata: es magia. Cuando se sube a unos tacones, un ser humano común se transforma en una entidad sensual y sugerente. El escultor Bernard Figueroa, también diseñador de calzado, expresaría: “Entre el talón de una mujer y el suelo, hay tanto espacio que se desea...”
Y es que hablar de tacones, en fin, es hablar de mujeres. Por eso cuando Evlin Pérez Yebaile profiere el “Por mis tacones” que la ha hecho célebre, está claro desde qué perspectiva está hablando y cómo se posiciona para escribir el blog que cuenta con más de 100.000 visitas y tiene más de 20.000 seguidores en Facebook.
El éxito de “Por mis tacones”, radica quizá en que gira alrededor de un tema que nos concierne a todos, las relaciones sentimentales, tratado con la especial sensibilidad de su autora, quien hace gala además de un innegable sentido del humor. “He pasado por variopintas experiencias, he vivido muy de cerca las situaciones sentimentales de otras amigas, he leído mucho sobre el tema y sentí que era interesante tener un lugar donde compartirlo”, diría quien ha terminado por distinguirse como “la taconera mayor”.
El blog gira, en particular, sobre el modo de enfocar las relaciones, las fallidas y las que están por venir, analizando cómo se posicionan las féminas de cara al príncipe no tan azul y procurando desdramatizar los aspectos más tormentosos del romance: “¿Para qué escribo este blog? Para compartir con mis amigas, conocidas y aún desconocidas sobre las relaciones, las preguntas y las respuestas que algunas veces no encontramos. Quiero contar mis historias, quiero regalarles este espacio donde no puede faltar el buen humor, el hablar claramente y el mostrarnos tal y como somos: bellas, deseables y valiosas”
En el monólogo van insertándose, además, diferentes temas musicales entre los que destaca “Me borraré”, de Ignacio Izcaray Yépez, uno de los más connotados compositores de la música venezolana contemporánea, hoy en día radicado en España.
Quienes acuden a las representaciones de “¡Qué desamor, mi amor!” revelan cómo atraviesan por las más diversas emociones a lo largo del espectáculo en el que Evlin desnuda el alma de una mujer tal vez herida, pero consciente de su responsabilidad en el proceso de recuperación y que, tras la ruptura, se seca las lágrimas y reemprende la vida con renovados bríos y sin perder ni un ápice de su sensibilidad.
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