martes, 20 de mayo de 2014

La Atención Deficiente ¿un mito?

El Universal, 20 de mayo de 2014



El Trastorno de Atención Deficiente, con o sin Hiperactividad, (TDAH) es producto de una alteración del el sistema nervioso que se manifiesta en un aumento de la actividad y la impulsividad, así como en la falta de atención. Siendo una de las causas más frecuentes de fracaso escolar y de problemas sociales en la infancia, su estudio ha permitido comprender que hay muchos comportamientos que el niño no puede controlar porque subyace en ellos una causa orgánica. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha llegado a cuestionar incluso la existencia del mencionado trastorno.
La brillante María Acaso, autora del libro “rEDUvolution”, considera que no existe Trastorno de Déficit de Atención, solo niños aburridos en clase: “Desde mi punto de vista, tanto el término como su solución toman parte de un tinglado diseñado por las farmacéuticas para crear una enfermedad que no existe”, afirmaría en un polémico y documentado texto publicado en su blog, en el que se refiere al caso específico de Gordon Fisher. Pero quizá las declaraciones más escandalosas provienen de Leon Eisenberg, el psiquiatra que tipificó el TDAH, quien, siete meses antes de morir, cuando contaba ya 87 años, aseguró que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia”.


Por su parte Joseph Knobel Freud, fundador y docente de la Escuela de Clínica Psicoanalítica con Niños y Adolescentes de Barcelona, España, sobrino nieto de Sigmund Freud, indica que la hiperactividad en los niños puede ser una forma de expresar lo mal que se sienten por una realidad que no comprenden y que les lastima. En su opinión, el 90% de los niños a los que se les ha prescrito medicación no están realmente afectados de TDAH. En efecto: en muchos casos resulta más cómodo recurrir a la “pastillita de portarse bien”, como la ha denominado Paulino Castells, psiquiatra y profesor titular de Psicología de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona, quien ha salido al paso de estas afirmaciones en una entrevista concedida al diario español ABC, asegurando que el TDAH existe.

El Trastorno de Déficit de Atención no se debe a la mala educación proporcionada hoy día por los padres: es un trastorno relacionado con la carencia de neurotransmisores, lo que constituye la principal causa del fenómeno.

El término actual, TDAH, se introdujo en el Diagnostic and Statistical Manual de 1980, conocido por sus siglas como DSM-III, que compendia la clasificación norteamericana de enfermedades psiquiátricas. Sin embargo, ya en el DSM-II (1968) se contemplaba la “reacción hipercinética de la infancia”, a la que se añadió en los años 70 la inatención como característica.

No todas las personas que sufren TDAH tienen el mismo cuadro clínico. En algunas de ellas predominan los síntomas de inatención; en otras, los de hiperactividad e impulsividad, y en otras, ambos, lo que se conoce como TDAH combinado o mixto. Se
da más frecuentemente en varones que en niñas, y en un 30-70% de los casos persiste en la vida adulta.

No hay pruebas de que factores relacionados con la alimentación (alergias, aditivos, colorantes…) estén relacionados con el problema, así como tampoco hay indicadores de que los tratamientos basados en las restricciones dietéticas sean eficaces.

La neuroimagen constituye un recurso eficaz para detectar la mencionada carencia de neurotransmisores, pero el diagnóstico se efectúa tomando en cuenta los síntomas, sobre todo cuando se vienen arrastrando desde la primera infancia, y siempre y cuando aparezcan en todos los ambientes (no sólo en la casa o en el colegio).

En muchos casos, cursa asociado a baja autoestima y otros problemas, por lo que una situación familiar desfavorable podría agravar los síntomas, pero en ningún caso puede considerarse la causa del TDAH. Al respecto, el venezolano Ivan Carlos Malchiodi, que tiene una larguísima experiencia en el diagnóstico y tratamiento del trastorno explica: “Por supuesto: los niños deprimidos pueden mostrar desinterés por el entorno y, en consecuencia, una conducta hiperactiva o una atenciòn ineficaz. Pero es una exageración negar los aspectos biológicos asociados al problema”

La preocupación en torno al tema se justifica por el tratamiento farmacológico que se administra junto con intervenciones psicológicas y escolares. Sin embargo, el uso correcto de los medicamentos que suelen emplearse, del modo prescrito y en las dosis indicadas, no produce tolerancia ni dependencia. El doctor Malchiodi señala: “Luego de una muy detallada evaluación, si la clínica me dice que hay un déficit de atención no vinculado a ninguna otra condición, no dudo en indicar un medicamento”.
Si grave es diagnosticar a la ligera y medicar indiscriminadamente, sin cerciorarse de cuáles son las raíces del comportamiento del niño, igualmente grave es negar la existencia del TDAH, creando “una innecesaria alarma al colectivo de familias que desgraciadamente tienen algún miembro tratado por este trastorno y que ha sido, previamente, diagnosticado con toda certeza”, como señalaría el doctor Castells.

Estas declaraciones echan por tierra, además, los esfuerzos realizados por diversas organizaciones para sensibilizar a padres, profesionales de la salud, maestros, profesores, escuelas y a la sociedad en general con respecto a la necesidad de recurrir a profesionales especializados cuando se presentan ciertos comportamientos. “Con lo que ha costado para que los docentes se enteren y sepan donde enviar a estos pequeños” lamentaría el doctor Malchiodi, quien durante años ha realizado talleres con docentes bajo los auspicios de la Coordinación Regional de Salud Mental del Estado Monagas. Con la autoridad que le confiere su dilatada experiencia en el área, el doctor Malchiodi concluye: “Quien niegue la existencia del TDAH y fracase en la terapia no debe echarle la culpa a los padres o a los maestros. Debe revisar su método.”

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