(El Universal, Caracas, 15 de mayo de 2012)
Gustavo Dudamel |
Los resultados son más que evidentes: la calidad musical de los intérpretes que se han formado en su seno es indiscutible, y como intervención social puede contarse entre sus réditos el haber sustraído de un entorno de pobreza y desesperanza a los más de 350 mil educandos que se dice se benefician del Sistema. Sin embargo, más allá de los productos, resulta interesante detenerse en algunos aspectos de su práctica educativa, a saber: la utilización de la orquesta como un laboratorio en el que se fomenta el consenso de voluntades para el logro de un objetivo común, y el reconocimiento del valor que tiene la participación de cada individuo para alcanzar las metas colectivas, lo cual redunda en el fortalecimiento de su autoestima. Estos principios de cooperación y consenso se extrapolan más allá de la orquesta a la vida social, con un impacto transformador inmediato. La perseverancia y la disciplina son también valores que se fortalecen en el aprendizaje de un instrumento.
José Antonio Abreu y alumnos de El Sistema |
La distinción que se ha efectuado entre “educación por el arte” , “educación a través de las artes” y “educación en las artes”, según la tendencia que predominase en el pensamiento pedagógico en un momento dado, puede resumirse en el hecho de que la educación artística favorece el disfrute de los diferentes lenguajes de la plástica, la música, el teatro y la danza, estimulando la relación del individuo con el objeto artístico y propiciando la llamada “experiencia estética”; pero, más allá de eso, desencadena procesos que repercuten en aprendizajes de otra naturaleza.
Lo más evidente, y lo primero, es el desarrollo de la sensibilidad: el ser humano adquiere conocimientos mediante los sentidos, a través de los cuales registra la información que proviene de su entorno, por lo que ésta juega un importante papel en los procesos cognitivos. Al mismo tiempo, la educación artística favorece el desarrollo de los procesos de integración mediante los cuales la información se organiza en un todo con un nuevo significado.
La práctica de observar atenta y detenidamente un evento, un objeto, un sonido, para reproducirlo después de la manera más exacta posible, ejercita la atención y desarrolla la capacidad de concentración necesaria para acometer el estudio de otras asignaturas.
Finalmente, las enseñanzas artísticas inciden en la capacidad de interactuar de la persona, habilitándole para comunicarse más eficazmente al animarle a expresar sus emociones y su sentido estético.
No es de extrañar, pues, que haya quien abogue por la consagración de la educación artística como un derecho protegido jurídicamente junto a otros derechos (Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Naciones Unidas, 1966). Nunca será suficiente el énfasis que se haga en la atención que debe brindarse a este asunto, una atención que se vería justificada aunque fuera por el hecho de lo importante que podría resultar la Creatividad, en momentos de crisis, como herramienta para generar soluciones.
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