Nadie discute hoy el Status de Jacobo Borges. Quienes hayan estudiado su obra, coincidirán, sin duda, en reconocer que el artista cuenta con un crédito innegable: Haber renunciado a la cómoda seguridad de restringirse al modo de hacer que lo condujo al éxito y atreverse a innovar, a experimentar con nuevos recursos, y a explorar otras alternativas. En ello radica la credibilidad del artista: en haber demostrado que la calidad de su obra persiste, a pesar de que su lenguaje plástico ha cambiado continuamente. Sin embargo, dentro de su obra se han mantenido ciertas constantes que forman parte de su estilo y que lo identifican.
En primer lugar, Borges se autodefine como un comunicador. Se ha reproducido infinidad de veces la cita en la que expone cómo, mediante la presentación de los estereotipos fuera de su contexto, procura inducir al público a la reflexión. Asi que su problema no es meramente plástico: aborda simultáneamente los ojos, el intelecto y la emotividad del espectador. Y desarrolla su obra, según declarara en alguna oportunidad, con la mano, el cerebro y el corazón en equilibrio, de modo que el concepto no predomine sobre la emoción.
Es posible aprehender intelectualmente las situaciones plasmadas en cada obra: Así nos lo permite su naturaleza figurativa. Pero también son perceptibles componentes viscerales, emotivos, que se vislumbran en el tratamiento que reciben los elementos de la composición, y que encierran connotaciones de diversa índole.
El propósito último de la obra pareciera ser enfrentar al espectador con el trasfondo de las situaciones de su entorno cotidiano, destacando los aspectos conflictivos de cada una de ellas. Así el observador, de verse reflejado en los personajes que el artista presenta, puede recibir una advertencia, descubrir los hechos en los que participa y entrar en contacto consigo mismo.
Con frecuencia se ha relacionado a Borges con Posada, debido a la presencia de calaveras y esqueletos en algunas de sus obras, especialmente de los años sesenta. Esos esqueletos, despojos de los que otrora fueran seres vivientes, que ejecutan acciones tal y como si estuvieran dotados de una vida de la que en realidad carecen, pueden aludir a una forma de vivir sin vivir, sin sentir transcurrir el tiempo. Este podría ser el caso de algunas de Las jugadoras. Al mismo tiempo, pueden operar como una especie de memento morí que destaca el inexorable fin al que todos propendemos. Finalmente, pueden representar cierto grado de deshumanización y relacionarse con la muerte a la que tradicionalmente se ha asociado a nivel iconográfico.
Yo también quiero ver |
Todos a la fiesta (1963) también presenta dos calaveras: Una brillante, a la izquierda, y, otra clara, a la derecha, más pequeña, tocada con sombrero. Esta obra es pastosa, matérica, toda cubierta de floraciones blancas. Luces amarillas, naranjas, ocres, se crean con pinceladas cortas, y la proximidad de diversos colores crea atmósferas de tonos específicos.
Todos a la fiesta |
Otra de las constantes en la obra de Borges es el estudio del tiempo, por una parte como tema, y, por la otra, como elemento que se incorpora a la obra a través de símbolos. En primer lugar, está el tiempo en términos de producción de la obra. Transcurre un período entre la idea original y el producto acabado, de modo que no se pinta el instante, sino la huella del instante, con un desfase en el tiempo. La emoción se suscita, se identifica, se concibe intelectualmente. Luego, todavía hace falta tiempo para que la mano plasme esa situación.
En otro plano está el tiempo que se revela en los aspectos técnicos: Hay líneas cuya apariencia denota la velocidad con que ha sido ejecutado el trazo.
Finalmente, se cuentan los recursos a través de los cuales diversos tiempos se conjugan en una sola imagen. Superposiciones o transparencias indican dos versiones de un objeto, representado en dos momentos diferentes.
Las transparencias también son empleadas para representar todo lo que convive con uno, pero que no es material: los recuerdos, los valores... A veces, coexisten en una misma obra diversas entidades, cada una de ellas perteneciente a una época diferente. El tratamiento de cada asunto también tiene connotaciones cronológicas: determinadas facturas se asocian a determinadas épocas.
El paisaje se distancia. Colección Museo de Arte Contemporáneo de Caracas |
Se incluye en esta exposición un pastel de dicha serie. En él, la montaña se presenta a través de una ventana, cuyas aristas aparecen destacándose en tonalidades claras sobre el fondo apastelado del paisaje. En el centro de la obra, los cordones de la persiana, y a la izquierda la persiana misma. Más abajo, se extiende la ciudad. La montaña se yergue, desplegándose en planos sucesivos: alta definición en el primer plano; un segundo plano rosa, delimitado en el extremo superior por una zona de sombra; un tercer plano iluminado, claro; un cuarto plano oscuro. Así, alternativamente, el relieve recibe luces celestes y rosadas, y proyecta su sombra sobre el plano que le sucede.
[continúa]
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