El Universal, 10 de marzo de 2015
Venezuela, puerta de entrada de América del Sur. El paraíso del Caribe. Un país para querer. Muchas han sido las consignas a través de las cuales ha querido proyectarse nuestro país de cara al mundo a través de la historia. Quizá una de las primeras concepciones promovidas podría ser aquella rubricada por Cristóbal Colón, quien, en carta dirigida a los Reyes Católicos en 1498, afirmaría: “yo muy asentado tengo en mi ánima que allí donde dije, en Tierra de Gracia, se halla el Paraíso Terrenal”.
Internacionalmente, la imagen que ha prevalecido es la del país petrolero, pujante, dotado de inmensas riquezas minerales y de una naturaleza exuberante. Más tarde, la atención se ha centrado en el proyecto político vigente y su influencia en el continente americano. Hoy en día, con certeza, existe gran expectativa respecto al curso que han de tomar los acontecimientos, y gran interés acerca de la forma en que se manejan temas como la libertad de expresión, las manifestaciones públicas y los derechos humanos.
En este sentido, dos exposiciones promovidas por venezolanos han mostrado recientemente en Europa dos visiones del país: ¿Antagónicas? ¿Complementarias?
La primera de ellas, "Expo Venezuela de verdad” se presentó recientemente en el emblemático Círculo de Bellas Artes de Madrid. Si bien el español medio siempre se ha sentido vinculado a nuestra patria, debido fundamentalmente a la colonia que el país albergara en su día y que llegó a ser la más numerosa del mundo, en la actualidad hay una creciente inquietud de cara a la fuerza que ha cobrado el partido político Podemos, en razón de lo cual se ha acentuado el interés por el modelo de gestión venezolano. De la polémica muestra, organizada con la colaboración de diversas empresas españolas, han querido reconocerse como logros el aumento de la inversión pública en salud y la aceptación de la “dación en pago”, mediante la cual un ciudadano puede resarcir a una entidad bancaria de la deuda hipotecaria que tuviera con ella mediante la entrega del inmueble hipotecado a dicha entidad, lo cual resulta especialmente atractivo en un país como España, conmocionado socialmente por los desahucios.
La otra exposición a la que quiero referirme resulta particularmente interesante. Ha sido organizada en Florencia, Italia, por un grupo de venezolanos radicados en Toscana, principalmente mujeres, que, de manera espontánea, han convergido en la conceptualización y realización del evento, que cuenta con el apoyo de las autoridades de la ciudad, particularmente celosas en lo tocante a la defensa de los derechos humanos.
“Venezuela, humor y dolor”, efectúa un recorrido, mes a mes, por los acontecimientos que han tenido lugar en el país en el último año, vistos a través de la mirada de Edo Sanabria, Rayma Suprani, Roberto Weil y Pedro León Zapata. Se trata, pues, de una lectura efectuada en clave de humor, lo cual viene también a revelar parte de la idiosincrasia y el talante del venezolano, proyectando al mismo tiempo la obra de cuatro artistas eminentes en su género.
Diversos hechos acaecidos en los principales ámbitos de la vida nacional, como la salud, la educación, la economía y la seguridad, se reseñan simultáneamente a través de una caricatura (humor) y una fotografía (dolor). El propósito es incentivar la reflexión con miras a la búsqueda de salidas pacíficas a los diversos problemas que confronta Venezuela.
La arquitecto Ingrid Matiuzzi Arce, egresada de la Universidad Simón Bolívar, asumió tanto el desarrollo del planteamiento expositivo en los espacios de la Galería Lumen como la responsabilidad de efectuar el discurso inaugural de la muestra, en el que privó una idea central: la necesidad de no permanecer ni indiferentes ni pasivos ante la realidad del propio país. Una frase en particular resulta especialmente elocuente: “Italia nos da la voz; Venezuela la carga”. Es la expresión de la necesidad de tantos que vivimos en el extranjero pero que no nos sentimos en absoluto ajenos al devenir de la nación.
Los ojos del mundo están fijos en nuestro país. ¿Cuál es su verdadero rostro? Posiblemente ambos, los reportados en ambas muestras. Y también muchos otros: los asociados al trabajo, a la
calidad humana y a la formación de tantos, dentro y fuera de casa.
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