Grandes cabezas redondas; miradas lánguidas veladas por espesos párpados semi-entornados; un iris grande y oscuro; un hociquillo apenas definido por la línea que se extiende desde el diminuto triángulo que sugiere la nariz, hasta la zona de la boca, en donde se bifurca en dos curvas, como dos bastones invertidos: los gatos de Agas se recortan sobre fondos que contrastan por su colorido, y en los que a menudo hay algún motivo que se repite. En ocasiones, este motivo remite al ambiente en el que se quiere contextualizar al protagonista, como las estrellas que rodean a su “Gato cósmico”, pero otras veces se trata apenas de líneas de color que se alternan.
Hay también una influencia claramente oriental en muchos de sus cuadros, que se expresa por ejemplo en las decoraciones del pelaje, pobladas de motivos vegetales y arabescos, similares a los tatuajes de henna, como se puede observar en CATrina con hiedras; en el tercer ojo de algunos de los mininos, y hasta en los títulos, como Gato vishnuista o Gato mandala.
Esta artista, egresada del Art Institute of Fort Lauderdale, ha presentado recientemente su obra en el Ateneo del Hatillo y en la Galería Intramuros del Paseo Las Mercedes, pero además se consolida internacionalmente: en breve participará en el Cat Art Show LA 2, y hace poco fue invitada para disertar acerca de su obra y su trayectoria en Talk Center América, un proyecto de televisión interactiva de Wolzien LLC. Conducido por Diane Dimond, el programa se caracteriza por establecer contacto en vivo, vía Skype, con invitados alrededor del mundo, estimulando la participación de la audiencia a través de internet. El hecho de que Adriana haya sido seleccionada para intervenir en un programa de estas características da cuenta no solo de la calidad de su obra, sino también de su profesionalidad y desenvoltura aun en otra lengua (el inglés).
Me gustan los gatos. Me gusta la obra de Adriana. Pero sobre todo, me gusta el respeto que profesa al entorno en que está inmersa. La artista dona un porcentaje del precio de cada obra vendida a la asociación Voluntarios por los animales, con miras a financiar la esterilización de pequeños gatos callejeros. “Esterilizar es proteger”, dicen, y Adriana enfatiza la necesidad de crear conciencia acerca de la responsabilidad que tienen las personas de atender adecuadamente a sus mascotas, lo que evita el abandono y por consiguiente el maltrato de gatos y perros callejeros
El tema es menos trivial de lo que parece a primera vista. Aviva Cantor, en un texto brillante denominado The club, the yoke and the leash. What can we learn from the way a culture treats animals (La porra, el yugo y la cadena. Lo que podemos aprender de la forma en que una cultura trata a sus animales) expone cómo en la actitud hacia los animales subyace un posicionamiento que se dirige también hacia otros seres vivos: “Sus tres estrategias básicas -la porra, el yugo y la correa- operan igualmente en la opresión de las mujeres y las minorías. La estrategia de la porra es matar animales por beneficio económico, placer sádico y la “afirmación de la masculinidad”. Es la dominación por la fuerza bruta. La estrategia del yugo consiste en domesticar animales para cargar bultos o tirar de vehículos, producir huevos, lana y leche; proveer carne y pieles. Es la dominación por la esclavitud. La estrategia de la correa es amansar animales para obtener los beneficios psicológicos de la dominación directa del amo sobre la mascota. Es la dominación por el engaño”.
Así pues, si Adriana ha merecido admiración por su obra, que se proyecta con éxito internacionalmente, merece ser también reconocida por su labor en defensa de los animales, que no es más que la defensa de una perspectiva ecológica en la que el ser humano interactúa respetuosa y recíprocamente con las otras especies que comparten el planeta con él.
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