El Universal, 29 de julio de 2014
En el marco del Foro Regional Soluciones en Educación “Hacia la excelencia de profesores”, celebrado recientemente en la Pontificia Universidad Católica del Perú , el Banco Mundial ha presentado el informe “Profesores Excelentes: cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe”, que analiza el impacto de la calidad de los docentes en los resultados educativos de la región .
En un prólogo suscrito por Jorge Familiar, Hasan Tuluy, Augusto de la Torre y Claudia Costin, se concibe la educación como un instrumento de progreso económico: América Latina ha protagonizado un avance social sin precedentes en los últimos años gracias al aumento de ingresos que ha supuesto el crecimiento económico, lo que se traduce en reducción de la pobreza y en prosperidad compartida para más personas. Sin embargo, ese crecimiento tiende a desacelerarse. En consecuencia, es preciso formular estrategias que logren una producción más diversificada, exportaciones de mayor valor y crecimiento sostenible a largo plazo, y ello se consigue a través de la educación, formando capital humano, ingrediente principal de una mayor productividad y punto de partida de diversas innovaciones.
El estudio parte del principio de que los docentes desempeñan un papel clave en los esfuerzos de la región por mejorar la calidad y los resultados educativos: “La capacidad de los profesores de asegurarse de que sus alumnos aprendan es la condición imprescindible para que los estudiantes y los países reciban los beneficios económicos y sociales de la educación”.
Financiada a través Programa de Colaboración entre el Banco Mundial y los Países Bajos, y a través del Gobierno Español mediante el Fondo Español para América Latina y el Caribe, la investigación procura evaluar programas de pago de bonificaciones y otras iniciativas para recompensar la calidad docente y determinar si estos incentivos influyen en la práctica educativa.
Centrado en la Educación Básica, el estudio define el perfil del maestro latinoamericano: cerca del 75% de los profesores de América Latina son mujeres, de posición socio-económica relativamente baja, y suelen ser la primera persona de su familia que accedió a formación universitaria.
El informe concluye que la baja calidad promedio de los profesores en América Latina y el Caribe es la principal limitación que impide el avance educativo en la región. Con excepción de Cuba, ningún cuerpo docente de la zona puede considerarse de alta calidad (y más adelante especifican: “países como Honduras, la República Bolivariana de Venezuela y Bolivia están muy lejos en lo que respecta al volumen de aprendizaje relevante desde el punto de vista internacional que se genera en un año”)
Realizada sobre 15.000 aulas en 3000 escuelas primarias y secundarias de siete países latinoamericanos, la investigación empleó el protocolo estandarizado llamado” foto de la clase” de Stallings, que maneja cuatro variables: el uso que hacen los profesores del tiempo de instrucción; el uso que hacen los profesores de los materiales didácticos, incluidos computadoras y otras TIC; las prácticas pedagógicas básicas de los profesores y capacidad para mantener la atención y estimular la participación de los alumnos.
Lo más interesante es lo relativo al desempeño de las tareas docentes: en cuanto a la distribución del tiempo, se constató que apenas un 54 % se dedicaba a la instrucción, mientras el 39 % se consagraba a la gestión del aula; un 7% tareas ajenas a la educación y un 3% se explicaba a través de ausencias.
En cuanto a las prácticas docentes, continúan apoyándose en el pizarrón , con muy pobre manejo de contenidos académicos y empleándose métodos ineficaces en el aula.
Claudia Costin, directora de educación en el Banco Mundial y ex ministra de Educación en Brasil, afirmó que para formar cuerpos de docentes de elevada calidad deben seguirse tres pasos fundamentales: reclutar, desarrollar y motivar mejor a los profesores.
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Paulo Freire |
En mi opinión, hay un asunto que resulta obvio: si las estrategias educativas empleadas en el aula se centraran en técnicas de investigación y gestión de la información por parte del estudiante, habilitándolo de paso para aprender a aprender en todo momento y circunstancia de su vida, el docente podría destinar parte de su tiempo, como efectivamente lo hace, a las labores administrativas que ya viene desempeñando, pero sin que ello repercutiera en la calidad del aprendizaje ni en perpetuar lo que Freire definiría como una “relación bancaria” educador -alumno, en la que el profesor efectúa “depósitos de información” en el estudiante con poca probabilidad de que éste los internalice.
Habría que reconocer, con Plutarco, que el cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender, y que el norte tiene que seguir siendo habilitar al estudiante para convertirse en artífice de su propia formación a través del tiempo, salvando los obstáculos de la obsolescencia del conocimiento y de la necesidad de actualizarse continuamente.
El Universal, 22 de julio de 2014
Uno de mis más inteligentes interlocutores me remitió un artículo, publicado en este mismo diario en días pasados, a propósito de los recursos destinados a la investigación en Venezuela: “es el único país sudamericano con un decrecimiento neto (29%) de su producción científica entre los años 2009 y 2013”. La aseveración la formula Rafael Rangel Aldao, a partir de un informe aparecido en Nature el 12 de junio de 2014.
Quien me envió el artículo no necesitó añadir nada más al respecto: ese dato, por sí solo, era suficientemente elocuente y bastaba para despertar preocupación.
La UNESCO considera que los indicadores de ciencia, tecnología e investigación (CTI) resultan fundamentales para verificar en qué sentido evoluciona cada país a lo largo del tiempo y realizar comparaciones transnacionales. La fórmula I+D+ i (investigación + desarrollo + innovación), que remite a programas tanto oficiales como de particulares destinados a impulsar el progreso científico-técnico, ha sido vista como promesa de avance y como estrategia para generar mejoras en el medio ambiente, la calidad de vida y la salud.
La investigación pura produce conocimiento; el desarrollo tecnológico utiliza el conocimiento para producir materiales, dispositivos, procedimientos o servicios nuevos. Así, hay quien ha comprendido que, si bien la investigación supone invertir dinero para obtener conocimiento, también es posible invertir conocimiento para obtener dinero (Jaddad y Lorca, 2007).
Así como la pasión impulsa al científico a estudiar un fenómeno con el propósito de comprenderlo y explicarlo, también es verdad que en términos ideales cada hallazgo debería contribuir a proporcionar una mejor calidad de vida a las personas. La sabiduría popular asevera que la necesidad es la madre del ingenio. Nunca como en tiempos de escasez resulta tan importante generar alternativas que den respuesta a las necesidades del entorno, máxime cuando la importación luce como una opción improbable en razón de las dificultades cambiarias.
La innovación, por el contrario, es exportable, y redunda en un incremento de la competitividad.
Otro asunto relacionado con la inversión en I +D es el de la fuga de cerebros: en la medida en se limita la investigación local, se perpetúa la dependencia tecnológica y se frena la creación de nuevas generaciones de investigadores. Así, los nóveles estudiosos se trasladan al exterior en busca de formación y crecimiento profesional, sin traer de vuelta al país esos conocimientos al no contar con los recursos necesarios para poner en marcha los proyectos que sería posible acometer.
Finalmente, cabe siempre revisar los criterios con que se están asignando recursos a la investigación, pocos o muchos, para prevenir que aun involuntariamente se presente el caso que señalaba cierto galeno español, quien se arrogaba el haber descifrado el significado de la fórmula I + D: “Influencia + dedo”…
El Universal, 15 de julio de 2014
Cuando un año sabático ocasionó el traslado de mi familia al exterior, en 1999, nos vimos en la necesidad de contactar un técnico que garantizara el buen funcionamiento de nuestras computadoras, vitales tanto para las actividades académicas que allí desarrollábamos, cuanto para mantenernos comunicados con nuestra familia en Venezuela. Al carecer de referencias confiables, nos resultaba más o menos indiferente quién asumiera esa responsabilidad, así que recurrimos simplemente a los anuncios clasificados de un diario y elegimos aleatoriamente a un técnico cualquiera, básicamente orientados por el criterio de que trabajara a domicilio.
Fue así como llegó don Antonio por primera vez a casa. Debo confesar que, como poco, nos embargó cierta duda cuando tras abrir la puerta descubrimos del otro lado a un hombre alto, con el pelo absolutamente cano y los hombros ligeramente encorvados por el peso de una edad que más adelante pudimos precisar: 84 años.
En contra de todos nuestros prejuicios, don Antonio resultó no sólo un hombre lúcido, sino también al día en lo referente a las novedades del mercado. Cuando se jubiló, se negó a permanecer en casa, y halló en su pasión por las computadoras una vía para mantenerse activo. Ingeniero retirado, fue adentrándose en las particularidades de la informática de la mano de uno de sus hijos y, estimulado por su insaciable curiosidad, llegó a estar más actualizado en el tema que muchas personas más jóvenes que él.
Una primera cuestión que se plantea es si era su condición física la que le permitía mantener ese nivel de actividad o si, por el contrario, era su actitud y buena disposición lo que lo animaba a sobreponerse a las limitaciones que los años hubieran podido imponerle.
Cuando comenté este caso con cierto neurólogo caraqueño me dijo que, si bien era verdad que la genética y los hábitos de vida tenían una importante influencia en la forma en que llegábamos a ciertas edades, estaba comprobada la repercusión que tenía el hecho de mantenerse aprendiendo y adaptándose a los cambios. Me habló de un estudio realizado en los Estados Unidos, a propósito de un grupo de monjas que resultabanparticularmente longevas. Cuando trató de establecerse en dónde radicaba la causa de su buena condición mental, logró identificarse como una variable decisiva el hecho de que, como parte de de las normas de vida de la congregación, estas monjas cambiaban periódicamente el tipo de tarea que realizaban, lo que las obligaba a mantenerse atentas para adaptarse a cada nueva actividad y las sometía a un continuo proceso de aprendizaje.
Otro caso menos edificante, pero que me condujo inevitablemente a la reflexión, fue el de un hombre también entrado en años que organizaba excursiones turísticas. Un día, habiendo acordado cierto lugar de encuentro, sus clientes se inquietaron al comprobar que transcurrían las horas y el personaje en cuestión no aparecía. Cuando acudieron a su vivienda no había rastro de él: se había marchado al extranjero con el dinero que le habían entregado los clientes, desencadenando un escándalo que lo catapultó a un lugar protagónico en las páginas de sucesos. Convengo en lo inapropiado del comportamiento del este sujeto pero, con el corazón en la mano, me resultó muy estimulante ver el valor que demostraba al embarcarse en la aventura de iniciar una nueva vida en el extranjero, y además en calidad de prófugo de la justicia, a una edad en la que muchos ya están pensando en cómo van a transcurrir sus últimos días.
Resulta innegable el deterioro que sufrimos con el paso del tiempo,
pero también es verdad que nuestra vejez se ve condicionada por la actitud con que enfrentemos nuestras limitaciones y por el sentido que queramos imprimirle a nuestra vida. Es posible optar por un proyecto que nos haga sentir vivos y felices, o es posible limitarse a contemplar el lento paso de los días. Conozco incluso quienes, en estadios tempranos, han querido prepararse involucrándose en una actividad que pudieran desarrollar cuando se sintieran menos ágiles. Sé de un psicólogo connotado que se plantea hacer de su afición a la fotografía un modo de vida cuando no pueda seguir ejerciendo. También recuerdo cierta profesora universitaria que incursionó en el campo de los cuentacuentos y en el mundo de la locución porque decía que eran cosas que podría seguir siguiendo desde su mecedora cuando estuviera mayor…
Es preciso examinar, en todo caso, cuál es la actitud con la que enfrentamos nuestro manejo del tiempo en ciertas etapas y revisar nuestras creencias acerca de la tercera edad. ¿Realmente llegamos al final del camino, o somos nosotros los que dejamos de caminar?
El Universal, 8 de julio de 2014
Ya en un artículo anterior, publicado en julio de 2012, había querido referirme a los beneficios que se derivan de la interacción con animales. Los estudios de Johannes Odendaal en Sudáfrica y de Rebecca Johnson en la Universidad de Missouri, Columbia, han precisado los cambios somáticos que se operan en personas que están en contacto con mascotas. Por otra parte, Horace Dobbs, en Escocia, y David Nathanson, en Florida, han explorado las posibilidades de emplear las emisiones acústicas de los delfines para estimular determinadas áreas del cerebro. En paralelo, cada vez cobra más auge la hipoterapia.
En el campo educativo, la convivencia con animales en edades tempranas facilita la comprensión de fenómenos biológicos como el desarrollo, el apareamiento, la gestación, el nacimiento y la muerte. La responsabilidad de cuidar una mascota estimula también la creación de hábitos y la adecuada administración del tiempo. Pero en los últimos años, se ha estudiado además el potencial de la interacción con perros para estimular el hábito lector y desarrollar destrezas relacionadas con la compresión de textos.
En efecto, el programa READ, cuyo nombre corresponde en inglés a las siglas de Reading Education Assistance Dogs (Perros para la asistencia de la educación lectora) comenzó a implementarse en la Biblioteca Pública de Salt Lake City, Utah, en 1999. Esta experiencia, promovida desde ITA (Intermountain Therapy Animals), una organización especializada en terapias a través de animales, se proyectó rápidamente hacia otros lugares del mundo, estando presente hoy en once países diferentes.
El concepto es simple: se trata de que el niño lea a un perro ciertos textos seleccionados. La dificultad estriba en la formación con la que debe contar el terapeuta especializado y en el entrenamiento de los perros, cuyo perfil debe ajustarse a los requisitos internacionales de perros de trabajo, sólidamente adiestrados en obediencia y muy cuidados físicamente.
El niño percibe la interacción con el perro como algo gratificante, no como una obligación, con lo cual la actividad adquiere cierto tono lúdico. El aprendizaje se produce sin presiones, en un entorno cálido y confortable alque contribuyen el carácter pacífico y la predisposición al contacto físico y las caricias de los perros. Además, el niño se distiende, consciente de que el perro no le va a juzgar.
El interés que el niño siente da lugar a la comunicación: pregunta acerca del perro y ciertos textos estimulan su curiosidad acerca del “mundo perruno”. A menudo sucede que los niños siguen investigando en casa, encontrando en la lectura una vía para obtener información acerca de los animales, lo cual redunda en el incremento del hábito lector y, consecuentemente, en un mejor rendimiento académico, así como en el desarrollo del amor y el respeto por los animales y por la naturaleza.
A más de los aspectos motivacionales, el hecho de leer en voz alta incrementa la concentración y promueve el contraste de opinión, contribuyendo a compensar posibles deficiencias de atención.
Por su parte, la labor de los terapeutas consiste en crear el entorno adecuado, evitando que el niño se sienta presionado, al tiempo que supervisan la lectura, proporcionan información adicional, resuelven dudas y realizan preguntas que estimulen la reflexión sobre los textos y propicien la comprensión de los mismos, orientando la actividad hacia el fin que se quiera lograr.
El único país de habla castellana en el que se ha implementado el método READ es España, a través del programa Perros y Letras. Los equipos suelen visitar bibliotecas, escuelas y librerías que cuenten con un espacio adecuado para la actividad. Entre estas últimas, se cuenta la librería El Trotajueves de Madrid, donde su propietario, Antonio Gómez, alberga continuamente proyectos novedosos e intelectualmente enriquecedores.
Lejos de percibirse dentro de un esquema utilitario, la interacción con animales debe fomentar una perspectiva ecológica en la que el ser humano deje de ser el centro del universo para ocupar un lugar interdependiente en el contexto en que está inmerso, a fin de alcanzar una integración más armónica con su ambiente y definitivamente menos lesiva para otras especies.