martes, 24 de diciembre de 2013

¿Y con quién cenará Panchito esta noche?

El Universal, 24 de diciembre de 2013

Me gustan los relatos breves, y siento especial predilección por quienes han cultivado el cuento como género.

Oscar Guaramato, Orlando Araujo, Pedro Emilio Coll, Manuel Díaz Rodríguez, Francisco Massiani, Antonio Arráiz, Leoncio Martínez y Oswaldo Trejo, a quien por cierto recuerdo con especial afecto, son apenas algunos de los venezolanos que han legado a la posteridad el tesoro de sus narraciones cortas. Pero quiero referirme especialmente hoy, porque viene al caso, a José Rafael Pocaterra, y a quien ha quedado indisolublemente asociado a las navidades caraqueñas y al quehacer en favor de la infancia: su personaje Panchito Mandefuá.

Pocaterra, cuyo activismo en contra de los regímenes de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez le llevó a recorrer más de una vez el amargo camino del exilio, se desempeñaría posteriormente como Presidente del Senado, Ministro de Trabajo y Comunicaciones y Embajador de Venezuela en Gran Bretaña, la Unión Soviética, Brasil y Estados Unidos sucesivamente.

La historia de Panchito Mandefuá se inscribe dentro de sus Cuentos Grotescos, publicados originalmente en 1922: una serie de historias de carácter marcadamente denunciativo que describen la realidad de una Venezuela signada por la tiranía, el abuso de poder y el resquebrajamiento de valores.

Panchito es, a su manera, una versión criolla de la danesa Vendedora de Cerillas. Ambos son niños desamparados, niños trabajadores, niños que luchan por conservar una vida que la noche terminará por segar. En ambos casos, se ofrece el cobijo sempiterno del cielo como compensación a las dificultades en su vida terrenal. Ya el título anuncia el previsible desenlace de la historia: “De cómo Panchito Mandefuá cenó con el Niño Jesús”.

Panchito, sortea las dificultades de cada día y se sostiene merced a la venta de billetes de lotería en las calles de la Caracas de principios de siglo, hasta que un vehículo automotor da al traste con su vida arrollándolo la víspera de Navidad. Pocaterra enmarca la historia en el contexto de una festividad en la que el protagonista resulta, precisamente, un niño. La absoluta soledad de Panchito, y la aún más ominosa soledad de Margarita, la pequeña a quien Panchito socorre, que además tiene que sufrir los maltratos de que es objeto en la casa en la que sirve, parecen contrastar con las atenciones que se prodigan tradicionalmente a los niños en estas fechas.

El mensaje de Pocaterra es claro: “A ti que esta noche irás a sentarte a la mesa de los tuyos, rodeado de tus hijos, sanos y gordos, al lado de tu mujer que se siente feliz de tenerte en casa para la cena de navidad; a ti que tendrás a las doce de esta noche un puesto en el banquete familiar, y un pedazo de pastel y una hallaca y una copa de excelente vino y una taza de café y un hermoso “Hoyo de Monterrey”, regalo especial de tu excelente vicio; a ti que eres relativamente feliz durante esta velada, bien instalado en el almacén y en la vida, te dedico este cuento de Navidad, este cuento feo e insignificante, de Panchito Mandefuá, granuja billetero, nacido de cualquiera con cualquiera en plena alcabala, chiquillo astroso a quien el Niño Dios invitó a cenar”

¿Cuántos Panchitos en nuestra ciudad esta noche? ¿Hasta cuándo Panchitos? No sólo los que carecen de la seguridad material que favorezca su desarrollo, sino también aquellos que carecen, aun en el seno de una familia, de atención, de cariño, de tiempo de calidad…

El protagonista por excelencia de la Navidad es el amor: “ tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. Es, así mismo, encarnada en la emblemática figura de un Niño, esperanza, promesa, posibilidad…
¿Y dónde irá a cenar Panchito esta noche? Quizá muy cerca de nosotros. Quizá consigamos verlo si prestamos atención. Y aún más importante: quizá podamos comprometernos a velar a lo largo del año para que cada Nochebuena haya menos Panchitos por el mundo

martes, 17 de diciembre de 2013

Embajadores a destajo


El Universal, 17 de diciembre de 2013

El polifacético pensador argentino Raúl Scalabrini Ortiz expresaría: “Nuestra ignorancia ha sido planificada por una gran sabiduría”.

Esta “gran sabiduría” a la que se refería el escritor aludía, no sólo a la política de gobernantes inescrupulosos que disfrutaban de mantener al pueblo sumido en la ignorancia para manipularle a capricho, sino también, y sobre todo en el contexto en que él lo aseguraba, al colonialismo que material o intelectualmente se había venido ejerciendo sobre nuestro continente.

Sin desconocer la verdad que entraña la aseveración de Scalabrini Ortiz, no creo que haya una acción deliberada destinada a provocar la división y la ignorancia, sino que mucho se medra sacando provecho de un terreno abonado por la estrechez de miras y por un conjunto de creencias que tiende a perpetuarse.
A veces me fastidia el discurso anti-imperialista porque siento que en el fondo se pone más énfasis en el rencor hacia quienes nos penetran culturalmente que en el fortalecimiento de nuestra propia identidad, una identidad signada quizá, precisamente, por la multiculturalidad.

Vivimos en un mundo globalizado. No es posible negar las bondades que se desprenden del rápido acceso a datos de toda naturaleza a través de las tecnologías de la información y la comunicación. Proveyéndonos de insumos para la reflexión, deberían de ampliar nuestra perspectiva en la medida que las abordáramos a través de una aproximación aunque fuera medianamente crítica.

Así pues, mi percepción es que los esfuerzos deberían estar encaminados a preservar, divulgar y, en algunos casos, hasta a descubrir nuestros propios rasgos idiosincráticos, de modo que pudieran coexistir junto con los de otras culturas, sin que ni los unos ni los otros se vieran lesionados. Ya en otras oportunidades me he pronunciado acerca de lo improbable --e incluso inconveniente—de mantener una identidad químicamente pura.

Sin embargo, convengo en que hemos dado en subestimar nuestra propia valía. Muchos han tratado con anterioridad el asunto del “complejo de inferioridad” que padece el venezolano. “En muy buena medida seguimos creyendo, como la Malinche, que lo que viene de afuera es necesariamente mejor “ apuntaría Marcelo Colussi, quien por cierto es psicólogo. “Cargamos como grilletes un inmenso complejo de inferioridad que nos impide ver las maravillas que poseemos y la grandeza de nuestra gente”, apuntaría Mónica Cardozo.

Circunstancialmente, involuntariamente, me he ido topando con valores venezolanos y, a lo largo de este año, me ha parecido de justicia exaltarlos. Se trata de los embajadores a destajo. Escrutando en el concepto de “embajador” descubro que en él subyacen principalmente dos rasgos: uno, el hecho de representar a un Estado, colectivo o personaje, y dos, el hecho de estar excepcionalmente facultado para desempeñar su misión en términos cualitativos. Esto es: poseer especial destreza o maestría para ejecutar su labor.

Diplomáticamente, un embajador es un individuo autorizado oficialmente para representar al gobierno de su país en un estado extranjero de modo permanente. Pero, inevitablemente, ya por el sólo hecho de ser venezolanos, hay quienes se constituyen extraoficialmente en nuestros representantes en sus respectivas disciplinas.

Una vez más es posible que surja la polémica acerca de la pertinencia de que ciertos personajes hayan permanecido o no en el terruño natal. Habría que examinar las circunstancias particulares de cada quien. Estoy segura de que el amor por su país es, en muchos casos, incuestionable, y que desde la distancia están haciendo cosas por los venezolanos: le están diciendo al mundo que tenemos cualidades intelectuales, morales y humanas para posicionarnos en cualquier campo al más alto nivel. Pero, sobre todo, nos lo están diciendo a otros venezolanos, lo que debería contribuir incrementar nuestros niveles de confianza en nosotros mismos, a perseverar en nuestras metas y a saber que, por muy adversas que puedan llegar a ser las circunstancias, se puede seguir creciendo dentro y fuera del país.

Desde mi condición de inmigrante e hija de inmigrantes mal puedo comulgar con resabios chauvinistas: la gente es gente en cualquier parte del mundo. Pero me parece de recibo reconocer los logros de quienes dan la cara por nosotros, a veces calladamente, con un mensaje claro: hacia dentro, que ese supuesto complejo de inferioridad no tiene razón de ser, y hacia fuera, destacando talentos que se desempeñan en sus respectivas áreas con un nivel muy alto de calidad.

Personajes como Manuel Hernández Silva, Zoraida Avila, Elvia Sánchez, Leonardo Pizzolante, Leonardo Lozano, Eugenia Adam, Rafael Chávez, César Yacsirk , Ignacio Izcaray, Libardo Linárez, Ronald Tancredi, José María Salvador, Marlon Quintero, Nidia Tabárez y José Luis Colmenares están ofreciéndole al mundo lo mejor de nosotros.

martes, 10 de diciembre de 2013

Hallacas en Madrid


El Universal, 10 diciembre de 2013

“Con el sudor de mi lengua”, es un monólogo escrito por la actriz y locutora Eugenia Adam, en el que se describe con profusión de anécdotas lo que es la vida cotidiana de los venezolanos y otros latinoamericanos en Madrid.

Si bien abrirse paso en otro sitio puede resultar cuesta arriba, España es un enclave acogedor para nuestros compatriotas. El hecho mismo de compartir el idioma facilita el acercamiento. Por añadidura, hay una disposición muy favorable para recibir a los venezolanos, siendo que hubo una fuerte inmigración española en nuestro país, lo que ha dejado establecidos lazos indisolubles

Quien más, quien menos, ha tenido algún familiar en Venezuela. Todos conocen alguna anécdota, o han deseado viajar a Margarita, o simplemente han visitado el país. Del mismo modo, la penetración que en su día tuvieron ciertas telenovelas y la presencia en los medios de comunicación de personajes emblemáticos como Boris Izaguirre, Carlos Baute o Ivonne Reyes, son referencias ineludibles en las conversaciones cotidianas.

Por otro lado, muchos de los venezolanos radicados en España son descendientes de españoles, lo que restaura los lazos familiares acaso desvanecidos en otro tiempo. Sin embargo, las fiestas decembrinas, tal vez por el cariz hogareño que las envuelve, vienen acompañadas de cierta melancolía.

Hay rituales que se repiten año tras año, y que son lo que distingue y caracteriza la temporada: son el hilo conductor que nos vincula con las celebraciones del pasado y que conforman la tradición, ese conjunto de costumbres que se trasmiten de generación en generación y que, al compartirlas con un colectivo, nos hace sentir parte de él donde quiera que estemos. Es por eso que, en la distancia, hay prácticas que sirven paliar la nostalgia que recrudece en estas fechas para los que están lejos.

Por iniciativa de Eugenia Adam, y con el apoyo de diversas instituciones, ha venido celebrándose en los últimos años el concurso “la mejor hallaca de Madrid”, que sirve a diversos propósitos. En primer lugar, se estimula el que nuestra tradición navideña se mantenga, a pesar de la distancia, al ofrecer un reconocimiento al esfuerzo de preparar las hallacas. En segundo lugar, se utiliza la gastronomía venezolana como vehículo para difundir nuestra cultura y, finalmente, se fomenta la unión y el encuentro entre los venezolanos en torno al más emblemático manjar de la mesa de Nochebuena.

El evento tuvo lugar por primera vez en 2010, y a partir de entonces no ha dejado de crecer: ya en 2012 figuraba una mención para la mejor hallaca vegetariana.

Este año, la cuarta edición del concurso tendrá lugar en el restaurante “La Panamericana”, propiedad del chef venezolano Emiliano Reyes, quien, habiendo formado parte del jurado en 2012, abre en esta ocasión las puertas para acoger el evento.

El procedimiento para participar es sencillo: previa inscripción a través de la web del evento, se presentarán a concurso tres hallacas, que serán evaluadas en base a tres criterios: presentación, masa y guiso. La hallaca que obtenga mayor puntuación en los tres rubros se hará acreedora del título de “La mejor hallaca de Madrid”.

El jurado estará encabezado por la cocinera Claudia Bertorelli, a quien acompañarán los periodistas Noé Pernía y Patsy Montiel Moronta; la gastrónoma Lena Yau; el ya mencionado Emiliano Reyes, propietario del restaurant La Panamericana; José Luis Torremocha, representante de la ONG AESCO (América España Solidaridad y Cooperación ), y David Torres, Ganador de la primera y tercera edición del Concurso.

La cita es el 14 de diciembre, a partir del mediodía. Isabel Benito contará cuentos y se invitará a los presentes a que canten aguinaldos y parrandas mientras el jurado califica las hallacas.

martes, 3 de diciembre de 2013

En el año del cuatro: Leonardo Lozano

El Universal, 3 de diciembre de 2013

En el marco de las actividades programadas con motivo de la celebración del “año del cuatro” se convocó el Concurso de Composición para Cuatro Venezolano “Fredy Reyna”, organizado por la Fundación Compañía Nacional de Música.

El sábado 23 de noviembre, en la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, un jurado de primerísimo orden integrado por Juan Carlos Núñez, Gerardo Gerulewicz, Luis Ochoa, Chuchito Sanoja y Leonardo Lozano dio a conocer su veredicto. Las piezas “Concierto Típico” de Ricardo Escorcio, en la categoría de obra para cuatro y orquesta típica; “Cuatro x cuatro”, de Pedro Mauricio González, en la categoría de obra para cuatro solista, y “Mi cuatro enamorado”, de Lula Pereira Méndez, en la categoría de canción sobre el cuatro venezolano, fueron seleccionadas entre catorce composiciones inéditas que optaban a distinguirse en cinco categorías diferentes, dos de las cuales resultaron desiertas.

Declarado recientemente “Bien de interés cultural de la Nación”, nuestro cuatro se ha entendido tradicionalmente como un acompañante armónico-rítmico, omnipresente en el ámbito folclórico, que se toca rasgueando las cuerdas con la mano derecha, mientras se hacen los acordes con la izquierda. Sin embargo, la música del período en que este instrumento arribaría a Venezuela -- al parecer en el siglo XVI, a través de Coro-- hace pensar que había sido concebido para tocarse punteando.

Ya Fredy Reyna había percibido la semejanza entre la afinación de
la guitarra renacentista, también de cuatro órdenes, y la afinación del cuatro venezolano tal y como él la planteaba (sol do mi la), lo que posibilitaba la interpretación del vastísimo repertorio compuesto para este instrumento y para vihuela entre 1546 y 1554.

Si bien la ejecución del cuatro se ha desarrollado en manos de artistas como Enio Escauriza, Hernán Gamboa, Cheo Hurtado y, por supuesto Fredy Reyna, a última fecha su consolidación como solista llega de la mano de Leonardo Lozano, quien ha logrado afianzar el status académico del instrumento.
Este excepcional intérprete es, en efecto, el creador de la primera cátedra académica de cuatro solista, tanto en el Conservatorio Nacional de Música “Juan José Landaeta”, como en la Escuela de Música “Manuel Alberto López”.

Concertista, compositor, arreglista y docente, Leonardo Lozano egresó como profesor ejecutante de guitarra del Conservatorio “Juan José Landaeta”, y es Licenciado en Artes, mención Música, grado que obtuvo en la Universidad Central de Venezuela haciéndose acreedor de todos los honores.

Durante su niñez Leonardo tuvo la expectativa de estudiar cuatro, pero no había la posibilidad de cursar estudios académicos de este instrumento. Así pues, comenzó a formarse con el maestroAbundio López. Prosiguió más tarde estudios de guitarra clásica bajo la tutela del maestro Armando Cisneros.

Leonardo Lozano entrevió clara su misión: resultaba evidente la necesidad de ir conformando un repertorio escrito que le diera solidez académica al instrumento. Y así, se ha empleado en la
creación de este repertorio, no sólo a través de las transcripciones que ha realizado, sino también a través del considerable número de obras de cámara que ha compuesto para cuatro y piano, interpretándolas con figuras de la talla de Juan Carlos Muñoz, Simón Molina, Abraham Abreu, Coromoto Ramírez, Mariana Zayas (en Argentina) y Sophia Valliant (en Francia).

En abril del 2000 se estrenó su “Passacaglia”, concierto para cuatro y orquesta, y ese mismo año vio la luz la música incidental que compuso para la obra de teatro “El Caballero de Pogolotti”, del autor cubano Héctor Quintero.

Destaca entre sus composiciones la obra "Antología venezolana con chipola", escrita para la orquesta "Virtuosi de Caracas" a solicitud de su director, Jaime Martínez y estrenada en 2005.
La primera grabación monográfica, a nivel mundial, de la música para guitarra renacentista de cuatro órdenes (caída en el olvido durante siglos) fue realizada por Lozano en el año 2002, empleando el cuatro venezolano, tres años antes de que el especialista en música antigua Michael Craddock efectuara una segunda grabación, en la que sí empleó la guitarra de cuatro órdenes.

El disco "Cuatro en la Música Renacentista" fue producido en Venezuela por la Fundación Ichiban y se vende en Japón desde el mismo año 2002.

Leonardo Lozano ha sido un excelente embajador musical de nuestro país, desplegando su talento en diversos puntos de Ecuador, Estados Unidos, Chile, Austria, Italia, Argentina, Inglaterra, Colombia, Suiza, Brasil, Alemania y Chequia. Además de la cátedra en el Conservatorio "Juan José Landaeta", en la actualidad desempeña tareas docentes en la Universidad Arturo Michelena, de la que es fundador y asesor, y en la escuela de música "Sebastián Echeverría Lozano" de Valencia, mientras prosigue con la investigación e interpretación de nuestro cuatro. En breve verá la luz su disco "Que llueva, que llueva. La Música infantil en Venezuela”.