El Universal, 7 de agosto de 2012
María Felix |
En su ocurrente expresión se compendiaban diferentes
verdades. Es cierto que el dinero permite obtener bienes que satisfacen
nuestras necesidades; es cierto que su carencia, ante la obligación de afrontar
compromisos, puede ser fuente de innumerables zozobras; es verdad que, aún cuando valoremos las experiencias por encima
de los bienes materiales, el dinero franquea el acceso, por ejemplo, a viajes o
cursos. Pero no es razonable aferrarse a la idea de que el bienestar y la
felicidad están condicionados exclusivamente por el tema pecuniario.
Obviando el capítulo de la Educación y la Salud,
responsabilidad indeclinable del Estado, cabría replantearse varios asuntos
relacionados con el poder adquisitivo. El primero de ellos es la tendencia a juzgar el
éxito de una persona por la cantidad de dinero que posee. Esto es sólo es
cierto cuando refleja la capacidad de gestión de un individuo para alcanzar una
meta, en caso de que su incentivo hubiera sido amasar una fortuna; pero no es más exitoso este individuo que el
que logra un objetivo de otra naturaleza, como concluir una carrera u obtener
cierto puesto de trabajo. El éxito tiene lugar cuando se llega al propósito que
se perseguía, cualquiera que éste fuera.
César Yacsirk |
En cualquier caso, parece ser cierta la máxima de
que el dinero no compra la felicidad, aunque calme los nervios. César Yacsirk, experto en Psicología Positiva,
explica cómo el modelo de Martin Séligman distingue cinco factores asociados a la
sensación de bienestar: Emocones Positivas, Compromiso, Sentido, Relaciones Positivas y Logro (bajo el acróstico PERMA por sus siglas en inglés). Ninguno de estos factores está necesariamente asociado a la posesión de bienes sino, más bien, a la actividad del individuo, a sus vínculos afectivos y a la valoración de los eventos agradables de la vida cotidiana.
El binomio Tener o ser, que diera nombre a los libros de Gabriel Marcel en 1935 y de Erich Fromm en 1976, remite a dos maneras de existir, de enfrentar la vida: una, basada en la apropiación de bienes e ideas, y otra asociada al desarrollo personal. Quizá el ser se manifieste a plenitud en en un tercer elemento: el hacer. Es la acción la que reporta mayores satisfacciones cuando se traduce en logros; cuando permite establecer relaciones enriquecedoras con otras personas, y cuando lleva a vencer las propias limitaciones y a sobreponerse a obstáculos y reveses, capacidad que se conoce como "resiliencia" en el ámbito de la Psicología Positiva.
Gabriel Marcel |
Aunque el éxito es gratificante y fortalece la convicción de que vale la pena intentar efectuar cambios en nuestra vida porque sí es posible lograrlos, la mayor recompensa proviene del crecimiento que depara el proceso mismo de ponerse en marcha, de diseñar estrategias y de experimentar los buenos y los malos momentos en el trayecto que conduce a la meta. Como decía el slogan de cierta agencia de viajes: la mitad de la diversión está en la travesía. Seguramente no hacía más que parafrasear el poema de Konstantinos Kaváfis: No has de esperar que Itaca te enriquezca: Itaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
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