lunes, 25 de junio de 2012

Aprender con Tablets.....


(El Universal, Caracas, 19 de junio, 2012)



Pareciera que la sociedad de la información nos conduce inevitablemente hacia la irrupción de los dispositivos tecnológicos en el aula. Tablets y netbooks, concretamente, abren nuevas posibilidades en el campo educativo debido a sus características: batería de de acción prolongada (alrededor de ocho horas), posibilidad de interacción táctil, capacidad de procesamiento de información y de navegación por internet, y portabilidad, basada en su peso (500 gramos) y su tamaño (10 pulgadas).
Los beneficios más evidentes del empleo de estos dispositivos son los asociados a la adquisición de agilidad para localizar información en internet y al desarrollo de destrezas en el manejo de este tipo de tecnología, de la que inevitablemente tendrán que hacer uso los estudiantes en todas las áreas de su vida. Pero también se favorece la construcción de saberes en el aula a partir de la integración de los datos localizados por los alumnos en diversas fuentes, con los correspondientes procesos de elaboración, abstracción y síntesis, y haciendo uso de habilidades para la comunicación tanto oral como escrita. A través de internet, así mismo, puede accederse a situaciones o lugares de otro modo inaccesibles, tales como un quirófano o el interior de un volcán. Bien utilizados, promueven el intercambio de experiencias y de datos entre los estudiantes, así como también el trabajo en equipo.

En algunas experiencias, los tradicionales libros de texto han sido sustituidos por las plataformas digitales: el alumno, en vez de adquirir costosos libros impresos que pierden vigencia y se deterioran, paga una cantidad para suscribirse a una plataforma digital. Recibe entonces una contraseña que le permite acceder vía internet a la información relativa a todas las asignaturas de su curso durante el año escolar. Los contenidos de la plataforma, a su vez, van siendo actualizados continuamente y retroalimentados con la experiencia de profesores y estudiantes.

Esta modalidad, además, tiene repercusiones ecológicas, por cuanto no involucra el gasto de papel con el correspondiente agotamiento de los bosques. En paralelo, se evita que los alumnos tengan que acarrear el peso de los libros, lo cual incide favorablemente en su salud física.

Las plataformas suelen permitir almacenar los productos de la investigación, las fuentes, las recomendaciones del profesor, las tareas asignadas y hasta los mensajes a los representantes. Si un estudiante no asiste a clase, puede acceder, prácticamente en tiempo real, a los contenidos vistos.

Mientras que en Argentina se publica Tablets en Educación (Laura Marés, 2012), en Aragón se publica Al otro lado de las TIC, que presenta la visión que los estudiantes tiene acerca del uso de la tecnología en el aula. Las conclusiones de ninguno de los dos estudios han sido contundentes: apenas se ha logrado establecer la positiva influencia que surten los dispositivos en la motivación y la disposición al aprendizaje. Por su parte, las desventajas se relacionan con la dificultad de disponer en los centros de sistemas de banda ancha  que provean una conexión wi-fi para todos los usuarios,, la inexistencia de programas para el reciclaje de los residuos electrónicos y la incomodidad del teclado virtual.

NIcholas Negroponte
Si por un lado es natural el recelo que pueda inspirarnos el hecho de incorporar un recurso sin el cual habíamos podido educar hasta ahora, por otro sería insensato ignorar los beneficios que este tipo de dispositivos puede aportar. El cambio está en marcha. De hecho, ya han sido presentados dos modelos diseñados específicamente para el ámbito escolar: el Studybook , de Intel, y el XO-3 , presentado en Las Vegas en enero de este año y desarrollado por Marvell Semiconductor Group para el proyecto OLPC (One laptop per child) de Nicholas Negroponte, que surtirá de laptops a bajo coste a los niños de todo el planeta. Convendría ir planteándonos qué podemos hacer con ellos.


sábado, 16 de junio de 2012

Aprender a ser feliz


(El Universal, Caracas, 12 de junio  , 2012)

Resulta complejo abordar el tema  de un eventual aprendizaje de la felicidad. En primer lugar, la posibilidad de entrenarse para alcanzar ese estado de bienestar anhelado por todos suena poco menos que quimérica.
En segundo lugar, conviene plantearse si es lícito o conveniente emprender una acción educativa orientada en este sentido. En un contexto en el que propugnamos la solidaridad, clamamos por sensibilizar a unas personas hacia las carencias y necesidades de otras, nos enrolamos en batallas ecologistas y abogamos por los derechos de los animales, pareciera inadecuado y egoísta dirigir la mirada hacia la propia satisfacción. Pero no es un asunto de simple hedonismo: se trata de favorecer una relación equilibrada del individuo con su ambiente en la que se alcance la autorrealización y se contribuya al crecimiento de aquellos que están en el entorno. Hasta San Francisco de Sales proclamaba: “Un santo triste es un triste santo”
Para que tuviera lugar una práctica educativa de esta naturaleza, tendrían que concurrir tres condiciones: una noción holística del individuo, en la que no se privilegien los factores físicos con respecto a los psicológicos; un pensamiento pedagógico que, en consonancia con esa visión holística del individuo, estimulara una higiene tanto del cuerpo como de la psique y, finalmente, una visión profiláctica de la psicología como ciencia que promueve el bienestar de la persona, potenciando sus fortalezas y fomentando comportamientos que garanticen una buena calidad de vida.
Dentro de esta concepción se enmarca la Psicología Positiva, cuyo principal exponente es Martín Seligman, profesor en la Universidad de Pennsylvania. Durante años él y sus discípulos se han dedicado a estudiar las variables que inciden en el mayor o menor grado de satisfacción de las personas. En contra de lo que pudiera pensarse, y salvo en casos específicos, el dinero no ha resultado ser de los factores más influyentes en este asunto, como tampoco lo es la salud.
Parecen encabezar la lista, en cambio, la gratitud, la actividad filantrópica y el trabajar en campos que nos gustan y en los que podemos alcanzar un buen nivel de desempeño. En todo caso, lo que está claro es que sí es posible cultivar actitudes y actividades que contribuyan a hacernos más felices.
Por añadidura, la Psicología Positiva hace uso de categorías asociadas a valores que se han trabajado tradicionalmente en la escuela, como el perdón y el agradecimiento, pero con una innovación: apreciar las actividades placenteras, tradicionalmente consideradas “improductivas” en un contexto utilitarista.
El uso que la educación haga de los hallazgos realizados en este campo puede tener repercusiones a varios niveles. En una dimensión laboral y organizacional, puede generar profesionales más efectivos y satisfechos mediante una adecuada orientación
vocacional que identifique las fortalezas y preferencias de los estudiantes. En el ámbito colectivo, la promoción de valores como el altruismo o la colaboración puede redundar en una efectiva cooperación y en el desarrollo de la conciencia social, así como el desplazamiento de la atención desde el “tener” hacia el “hacer” debería moderar el consumismo al disolver el vínculo que tradicionalmente asocia la felicidad a la posesión de bienes. Pero, más aún, en la esfera de lo individual, la Psicología Positiva habilita al individuo para sobreponerse a los contratiempos que inevitablemente habrá de encarar a lo largo de su vida, estimulando el perdón y la resiliencia, capacidad para hacer frente a las adversidades superándolas y saliendo fortalecidos por ellas. (Grotberg, 1995)
La escuela debería ser pues, por antonomasia, el lugar en el que se hiciera uso de estos saberes, y donde se facultara a la persona para identificar y potenciar sus habilidades, velando por su propio bienestar en la relación con su entorno y con sus semejantes. ¿O acaso no es éste un fin plausible de la Educación?

Los maestros saben...


(El Universal, Caracas,  5 de junio, 2012)


“To teach is to touch lives”, reza un proverbio inglés: “enseñar es tocar vidas”. ¿Saben realmente los maestros la repercusión que puede tener la actitud que asuman hacia los estudiantes?
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que adelanta el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), presentó en días pasados el informe PISA in focus, en el que se analizan las claves del éxito educativo.
La conclusión del informe, según explica Educaweb, es que el éxito académico no está asociado a la inversión económica que el Estado realiza en educación. Los estudiantes de países como Luxemburgo, Noruega o Estados Unidos obtuvieron resultados similares a los de Estonia, Hungría o Polonia, que efectúan una inversión mucho menor por alumno. Cabe preguntarse en qué radica, pues, la eficiencia del sistema. Al parecer, los países que obtuvieron mejores resultados son aquellos que consideran que todos los estudiantes pueden tener éxito y aplican políticas de estímulo en el aula, revalorizan las capacidades de los estudiantes y no permiten que el alumnado con más dificultades repruebe.
Este resultado viene a confirmar lo que ya en los años ´60 había afirmado David C. McClelland a partir de estudios realizados en el ámbito escolar: cuando los profesores consideran más inteligentes a ciertos estudiantes, estos tienden a rendir más. O dicho de otro modo: la expectativa que los profesores desarrollan acerca del potencial de sus estudiantes influye en los resultados que estos obtienen. Ello podría explicarse por la atención, el tiempo y el reconocimiento que se concede a quienes se consideran más brillantes.
Este fenómeno se denomina efecto Pigmalión, en alusión al mito griego según el cual un escultor del mismo nombre se enamora de su creación, Galatea, y comienza a tratarla como si estuviese viva. Galatea termina por cobrar vida realmente gracias a la intervención de Afrodita, que se compadece del artista. Del mismo modo, los estudiantes se convierten en lo que los docentes creen que son.
Robert Rosenthal y Leonor Jacobson investigaron este asunto en Nueva York hacia 1968 y recogieron sus conclusiones en el libro Pigmalión en el aula.
PISA in focus ratifica la importancia de dos asuntos sobre los que ya se ha disertado hasta el cansancio, sin que parezca que las medidas que se han tomado sean proporcionales a la importancia que se ha demostrado que tienen: la atención a las características individuales del educando y el papel del docente en el proceso de aprendizaje.
El informe destaca la importancia de propiciar las situaciones adecuadas para que cada alumno evolucione según sus capacidades. Si bien es innegable que cada persona tiene aptitudes que facilitan en mayor o menor medida el aprendizaje de ciertas asignaturas, también es verdad que una persona promedio puede alcanzar cualquier objetivo en mayor o menor tiempo, si dispone de los recursos y las estrategias adecuadas. Dicho de otro modo: tanto la liebre como la tortuga pueden arribar a la meta, aunque cada una a su ritmo y a su manera.
En cuanto al rol del docente, es un tema sobre el que habrá volver muchas veces. Pero más allá de su formación intelectual, se hace necesario sensibilizarle con respecto al impacto que su actitud puede tener sobre sus estudiantes, ya como facilitador de las experiencias educativas, ya como modelo, ya como fuente de motivación. Cabe recordar la importancia de brindar el reconocimiento que en justicia se merece su tarea.
Una vez más, en tiempos de crisis, el informe de la OCDE viene a poner el acento en el mismo asunto de siempre: no importa cuántos recursos tengamos si no sabemos qué hacer con ellos. A veces la mejor inversión no está en los bienes materiales, sino en la formación del recurso humano y en un diseño instruccional flexible que permita desarrollar el máximo potencial de cada individuo y, por supuesto, su máxima felicidad.

viernes, 1 de junio de 2012

Maylee Christie: aprender en el zoo

(El Universal, Caracas, 29 de mayo, 2012)


Un magnífico mosaico de Maylee Christie, desvelado el pasado martes 22 de mayo, ilustra cómo cualquier evento puede transformarse en ocasión de educar. La obra, un estupendo mural de doce metros , fue realizada con motivo de la celebración de los cuarenta años del antiguo Parque Marwell, hoy Marwell Wildlife, en Owslebury, Inglaterra, en donde está emplazado.


En la ejecución de esta obra concurren  tres  factores que determinan su importancia: la colectividad, el propio Marwell, y la experiencia de Maylee Christie.

Poseedora de una técnica depurada a través de muchos  años de formación,  Maylee reportó al mosaico cuarenta imágenes seleccionadas en un concurso en  el que participaban más de doscientas ilustraciones provenientes de todo el mundo. La artista, que ya había adelantado otras experiencias colectivas, como el mosaico realizado en el Royal Victoria Country Park  a partir de dibujos  elaborados por niños discapacitados, condujo el proceso mediante el cual se transcribió con teselas  la visión que los pequeños visitantes tienen de los animales alojados en Marwell Wildlife.

Diversos aspectos merecen atención en esta experiencia.  En primer lugar, resulta interesante la participación  de diferentes sectores de la comunidad  en una obra que va a ser disfrutada por todos, lo que valoriza la importancia del apoyo individual para el logro de una meta comunitaria. Cabe exaltar aquí el rol que ha jugado la institución como ente que promueve y alberga esta iniciativa.

En segundo lugar, como en todo acto de educación artística,  puede agradecerse el hecho de que se estimulen en los niños diversas capacidades. La observación de cada animal  para  reportar luego al dibujo lo que le es más propio y  lo identifica;  la expresión de  rasgos que reflejan percepciones más personales del individuo, como el sobredimensionamiento de los ojos de la jirafa o el calzado del oso hormiguero, así  como  la selección de los colores empleados,  se conjugan en  una experiencia estética que  redunda tanto en el disfrute como en desarrollo de los procesos cognitivos de los participantes.

Por otra parte,  colaborar con una artista de la talla de Maylee Christie, formada en los más importantes talleres mosaístas del mundo, permite explorar  de la mano de esta  experta  las técnicas y los procesos involucrados en la producción de un mosaico,  al tiempo que se agilizan las habilidades psicomotrices necesarias para  realizarlo.

La obra es, en sí misma, un estímulo para todos aquellos espectadores que tendrán el placer de disfrutarla, aunque no hayan participado en su ejecución.  Pero, más aún, su  realización ejemplifica de la manera más concreta la noción de sociedad educativa.

Por contraste con el concepto tradicional de educación, asociado básicamente a la “enseñanza”, esto es, al Sistema Educativo y a la educación formal,  que continúa centrado en el núcleo profesor- escuela- alumno, es preciso reconocer el profundo valor educativo que encierran  muchas experiencias que tienen lugar fuera del ámbito académico.

El hombre aprende en cualquier momento y en toda circunstancia. En este sentido, se hace preciso gestionar relaciones entre los diversos sectores de la comunidad a fin de crear lo que Naciones Unidas denomina experiencias significativas: acciones que tengan un impacto demostrable y tangible en la calidad de vida de las personas.

Lo educativo rebasa definitivamente lo instructivo, y no hay  aprendizaje más eficaz que aquel que tiene lugar cuando se experimenta un fenómeno en primera persona: es el aprender haciendo. Iniciativas como la de Marwell Wildlife  logran generar espacios para aprender en grupo, para aprender a través de la acción y para aprender divirtiéndose, estimulando una participación gracias a la cual el conocimiento, sencillamente, se vive. 


Aprender con el ábaco

(El Universal, martes 22 de mayo, 2012)


En momentos en que en Europa las aulas se llenan con pizarras electrónicas, los laptops relevan a los tradicionales cuadernos  y los libros de texto han cedido el  paso a las licencias digitales,  no deja de sorprender la atención que ha recaído sobre un pequeño adminículo casi artesanal y rudimentario: el ábaco.

Concebido en Egipto unos quinientos años antes de Cristo, el sistema, que permite efectuar  cálculos a partir de bolitas ensartadas en distintos alambres, ha sufrido diversas modificaciones, dando origen al Saun-pan chino, al Soroban japonés o al s´choti ruso. Tal y como lo conocemos en la actualidad, comprende diez columnas con dos bolitas en la parte superior y cinco en la parte inferior.

Estudios desarrollados por la Sociedad China de Investigación Práctica del  Ábaco y la Asociación de Aritmética Mental de Taiwán, sugieren que la utilización de este instrumento tiene una favorable influencia en el desarrollo de la creatividad, la imaginación, el pensamiento holístico y la transmisión de la información, capacidades todas ellas  asociadas al hemisferio derecho del cerebro.


 En efecto, a partir del 2008 ha venido implementándose en distintos países el programa basado en el Concepto Universal del Sistema de Aritmética Mental, conocido como UCMAS, por sus siglas en inglés. Este método, enfocado fundamentalmente en niños de edades comprendidas entre los cinco y los trece años, se desarrolla a lo largo de unos ocho trimestres, empleando unas dos horas por semana, y se basa sencillamente en la resolución de operaciones aritméticas a través del ábaco, con una precisión y rapidez semejantes a las empleadas en hacerlo con lápiz y papel. Su auge ha permitido que se inserte como parte del currículum ordinario de los estudiantes, pero también ha comenzado a ofrecerse como actividad extra-escolar.

El empleo del ábaco demuestra ser muy eficaz para el aprendizaje del cálculo,  pero reporta infinidad de beneficios adicionales, entre los  que se cuentan  el desarrollo de la memoria auditiva, que se ejercita cuando se  retienen las operaciones que va indicando el profesor en voz alta, la habilidad para la resolución de problemas, el aumento de la concentración y la atención, así como el incremento de la capacidad de visualizar, de “pensar en imágenes”, que tiene lugar  cuando en cierta etapa del método se suprime el ábaco físico y el estudiante  comienza a efectuar las operaciones a partir de representaciones imaginarias.


Es verdad que la aplicación de este método suone la necesidad de personal entrenado, y que resulta deseable la participación activa de los padres en la práctica de las operaciones, con una inversión de tiempo y energía que no siempre es posible, pero los beneficios que genera compensan con creces el esfuerzo. 


El ábaco es ligero, pequeño, manipulable. Su costo resulta accesible y no requiere de electricidad u otras fuentes de energía, lo que permite su empleo en cualquier lugar. Puede ser utilizado por personas con disminución visual y favorece la destreza manual.


Cada recurso didáctico tiene su propósito específico, un momento oportuno para ser empleado y genera unos resultados particulares. pero, si se parte del principio de que la educación debería procurar, ante todo, el feliz desenvolvimiento del indiciduo en su medio, lo cual a su vez demanda una contínua adaptación, esto es, un continuo aprendizaje, deberían aprovecharse todas las estrategias que, como el ábaco y el ajedrez, desarrollan los procesos de pensamiento que eprmiten acceder a la información y organizarla, y que, ocasionando menos erogaciones que otros materiales educativos, contribuyen a mejorar el rendimiento escolar.