martes, 16 de septiembre de 2014

Aquel Cantor

El Universal, 16 de septiembre de 2014

En días pasados tuve el privilegio (así lo considero) de asistir en Madrid a una exhibición privada de la película “Aquel cantor”, creada en torno a la figura de Alfredo Sadel , tenor favorito de Venezuela.

El film, homónimo de la canción con la que el cantante se haría acreedor al primer lugar en el Festival de la Voz de Oro de Venezuela, desvela los entretelones de una historia en la que, junto a los evidentes atributos que contribuyeron a hacer de Sadel una estrella, como su atractivo físico, su portentosa voz o su afabilidad, se muestra el reverso de la moneda: el permanente asedio al que se veía sometido y la disciplina férrea con que acometía el estudio continuamente en pos de la excelencia, atreviéndose incluso a incursionar en otros terrenos, cuando bien hubiera podido dormirse en los laureles que había cosechado en el ámbito de la música popular.

La producción de Celia Gómez y del conocido periodista y cineasta Alfredo Sánchez, hijo del cantante, nos muestra a un Sadel emotivo, humano y serenatero. Nos descubre su faceta de dibujante, gracias a la cual entablaría una perdurable amistad con el maestro Carlos Cruz- Diez, con quien trabajaría en una conocida agencia de publicidad; nos narra su incursión en la industria filmográfica norteamericana a través de la Metro-Goldwyn-Mayer, y relata su inmersión en el mundo de la ópera, en donde también llegaría a obtener reconocimiento.

Así mismo, el documental reseña la continua labor de Sadel en pro de la democracia, como defensor de la pluralidad de pensamiento y benefactor de muchos venezolanos que permanecían en el exilio, consustanciados con las más diversas ideologías, a pesar de las vinculaciones que hayan querido establecerse entre el cantante y algún partido político.
Sin embargo, más allá de la figura de Sadel, sobre quien mucho se ha escrito ya y con razón, la película merece ser encomiada por diversas razones. Resulta exitosa la manera de construir el relato, alternando las narraciones efectuadas en primera persona por el propio artista con la participación de quienes lo conocieron y siguieron su trayectoria, muchos de ellos ya desparecidos hoy, como Celia Cruz , José Ignacio Cabrujas o
Libertad Lamarque. Con ello, la cinta adquiere el mérito adicional de atesorar las intervenciones de importantes personalidades que, más que marcar una época, contribuyeron a construirla.

“Aquel Cantor” constituye, sin duda, un valioso documento que da cuenta del estado de cosas, el pensamiento y las motivaciones vigentes en un tiempo ya lejano.
Sadel se erige como figura central contra un fondo que va quedando descrito inadvertidamente, en sordina, y que llega a cobrar también, inevitablemente, un valor protagónico.

De la mano con la figura encantadora de quien fuera emblema de una generación, transitan unos valores ya preteridos, a partir de los cuales quiso Sadel orientar su vida, a saber: el amor por los suyos y el compromiso con la construcción de un país que se nos presenta en la película todo promesa, todo posibilidad, todo futuro.

Imposible no sentir nostalgia por ese espíritu de creación, de construcción, por la esperanza. A ver si nos re-embarga también ese mismo ánimo para hacer lo mejor que podamos, a partir de lo que tenemos, cada uno desde su lugar de trabajo, por nuestro país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario