El negrito del batey es un merengue contagioso, cuyo contenido no solo resulta divertido, sino que compendia la visión popular que existe acerca del trabajo: “A mí me llaman el negrito del batey / porque el trabajo para mí es un enemigo / el trabajar yo se lo dejo todo al buey / porque el trabajo lo hizo Dios como castigo...”
En primer lugar, señalaba el psicólogo cómo, según la tradición judeo-cristiana, el trabajo había sido el castigo impuesto por Dios a Adán y Eva cuando los expulsó del paraíso. Subrayaba la frecuencia con que se dice que “alguien está pasando trabajo” para aludir al malestar que experimenta frente a alguna situación, y cómo el proceso previo a dar a luz suele denominarse “trabajo de parto”. Es fácil constatar en nuestras verbalizaciones cómo la idea de trabajo está vinculada a las sensaciones de malestar, obligación y agobio.
También hacía notar Yacsirk como transferimos hacia el trabajo otras sensaciones que no le son propias: rechazamos la incomodidad de los desplazamientos, el hecho de tener que madrugar, la subordinación frente a un jefe abusivo… Pero esa sensación de rechazo no va dirigida hacia la actividad que desempeñamos, sino hacia las circunstancias que la rodean.
Junto a Matin Seligman, fundador de la Psicología Positiva |
La Psicología Positiva procura, precisamente, identificar los factores que inciden en el bienestar de las personas. Desplazar la atención desde el “poseer”, hacia el “hacer” es una de las apuestas de esta tendencia, a la vista de los resultados de las investigaciones efectuadas.
No hacer nada, resultaría aburridísimo. ¿Por qué tantas personas sueñan con ganar la lotería para poder dejar de trabajar? En realidad lo que desean no es dejar de trabajar, sino poder dedicarse a lo que verdaderamente disfrutan. La selección de la actividad laboral es determinante para la felicidad de la persona.
Por qué hacemos lo que hacemos, cómo queremos hacerlo, qué disfrutamos, en qué nos sentimos exitosos, son algunas de las preguntas que deberíamos plantearnos en torno a lo que realizamos. Pero, sobre todo, resulta fundamental saber para qué lo hacemos, porque uno de los elementos que influyen más decisivamente en el desempeño laboral, tanto a nivel de satisfacción personal, como a nivel de productividad, es la comprensión del sentido que entraña lo que estamos haciendo. No podría estar mejor expresado que en palabras de este especialista, avalado ya por su trayectoria y conocido internacionalmente: “No podemos esperar que una persona tenga un desempeño excelente en su trabajo si solamente centra su atención en la tarea y no en el significado de lo que hace. Esa es la diferencia entre dos albañiles: uno que junta ladrillos y otro que construye catedrales”.
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